martes, 26 de mayo de 2009

Discurso

Hola somos Lina y Jessica, y somos alumnas de la clase de 6º A, del colegio Pablo de Olavide.
Y hoy os vamos a hablar sobre nuestro paso por este colegio.
En primer curso yo estuve con Ricardo, un maestro muy alegre, que me enseñó a leer y a escribir.
En segundo llegó Tere, quien tenía buen genio, pero como todos los maestros alguna vez se tuvo que enfadar.
En tercero estuve con Marta, maestra a la que extraño mucho y que nos enseñó muchas cosas.
Yo llegué en tercero, y mi primer maestro fue Paco Payán, que era muy buena gente y explicaba myu bien. También hice muchas amigas como Ana Cristina, Alejandra y Eva Mena.
En tercero y cuarto estuve con Auxi y Lina estuvo en cuarto con Marta.
En quinto de primaria llegó Guillermo, un maestro que al poco tiempo se fue, y vino la maestra Estefania, con quien todavía mantenemos relación. Ella era mi tutora y mi maestra de Inglés, a parte de otras asignaturas que me daba.
Actualmente estamos con Rafael, que es muy simpático y sabe mucho de bicis.
Una cosa que se nos ha olvidado son los amigos, quienes nos han apollado en todo al igual que los maestros. Este es nuestro ultimo año aquí, ya que nos vamos al instituto, y espero que esos maestros a los que tanto apreciamos no nos olviden, ya que nosotros no los olvidaremos a ellos.
Gracias por escucharnos

jueves, 14 de mayo de 2009




Eran ya las dos, y mi amo no venía.
Como mi hambre era cada vez mayor cerré la puerta y puse la llave donde me dijo.
Acto seguido me dediqué a pedir pan por las casas, con voz baja y enferma.
Y lo hice tan bien que, antes de que el reloj diese las cuatro, ya tenía otras tantas libras de pan en el estómago, y más de otras dos ocultas en las mangas y el seno.
De regreso a casa, pasé por la tripería, y pedí limosna a las mujeres que allí vendían. Una mujer, compadecida de mí, me dio un pedazo de uña de vaca y unas pocas tripas cocidas.
Cuando llequé a casa, ya estaba en ella el bueno de mi amo.
Había doblado su capa, la había puesto encima del poyo de piedra y él se estaba paseando por el patio.
Creí que me iba a reñir por haber tardado tanto, así que me excusé:
-Señor, hasta que dieron las dos estuve aquí. Y como vi que no volvía, fui s pedir por las casas, y me han dado esto.
Y le enseñé el pan y las tripas.
Al verlo, se le animó la cara y me dijo:
-Pues yo te he esperado para comer, pero al ver que no venías, he comidosin ti. Tú has hecho muy bien, porque más vale pedir que no robar. Sólo te ruego que no le digas a la gente que eres mi criado, aunque la verdad es que aquí nadie me conoce. ¡No tenía que haber venido nunca a esta ciudad!
Come, pues, come.

miércoles, 13 de mayo de 2009

El Lazarillo

Para que se vea el ingenio de este astuto ciego, contaré un caso de los muchos que con él me acaeciron, en el cual me parece dio bien a entender su gran astucia. Cuando salimos de Salamanca, decidio que la gente era más rica, aunque no muy limosnera. Se acogía a este refrán: Más da el duro que el desnudo...
Acaeció que llegando a un lugar que llaman Almorox , al