viernes, 19 de junio de 2009

Copiado del Lazarillo de Tormes


Eran ya las dos, y mi amo no venía.
Como mi hambre era cada vez mayor, cerré la puerta y puse la llave donde me dijo.
Acto seguido me dediqué a pedir pan por las casas, con voz baja y enferma.
Y lo hice tan bien que, antes de que el reloj diese las cuatro, ya tenía otras cuantas libras de pan el estómago, más de otras dos ocultas en las mangas y en el seno.
De regreso a casa, pasé por la tripería, y pedí limosna a las mujeres que allí vendían. Una mujer, compadecida de mí, me dio un pedazo de uña de vaca y unas pocas tripas cocidas.
Cuando llegué a casa, ya estaba en ella el bueno de mi amo.
Había doblado su capa, la había puesto encima del poyo de piedra y él se estaba paseando por el patio.
Creí que me iba a reñir por haber tardado tanto, así que me excusé:
-Señor, hasta que me dieron las dos estuve aquí. Y como vi que no volvía, fui a pedir por las casas, y me han dado esto.
Y le enseñé el pan y las tripas.
Al verlo, se animó la cara y me dijo:
-Pués yo te he esperado para comer, pero al ver que no venías, he comido sin tí. Tú has hecho muy bien, porque más vale pedir que no robar. Sólo te ruego que no le digas a la gente que eres mi criado, aunque la verdad es que aquí nadie me conoce. ¡No tenía que haber venido nunca a esta ciudad! Come, pues,come.

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